Joal-Fadiouth, «la isla de las conchas»

Joal-Fadiouth se encuentra situada en el extremo de la  «Petite-Côte» muy cerca del Delta del Sine-Saloum y a tan solo 40 minutos de Mbour. En realidad, se trata de dos localidades diferentes.

Joal  es la parte continental, la ciudad del poeta y ex-presidente Léopold Sédar Senghor; se puede visitar su casa-museo.

Esta zona no tiene demasiados atractivos más allá de ir a su playa y observar como llegan los pescadores en sus piraguas mientras las mujeres esperan en la orilla para limpiar el pescado. Te recomiendo encarecidamente que esta actividad la veas en la playa Mbour, un verdadero espectáculo para los sentidos.

Fadiouth, una pequeña isla artificial formada por la acumulación de conchas, la zona que debes visitar sí o sí.

Para acceder a la isla hay que pasar primero por la oficina del Sindicato de Turismo y abonar obligatoriamente una tasa de entrada, 5000cfas si vas a ir andando o 8000cfas si quieres que te crucen en piragua y te lleven a los manglares. En el precio si lo deseas va incluído un guía para que te acompañe en la visita.

Tenía tiempo y quería cruzar el bonito puente de madera  que une las dos localidades.  Y así llegué a la isla de las conchas; las hay por todos lados, incrustadas en las casas , en las calles, en los objetos de artesanía. Sin duda estaba en uno de esos lugares únicos en el mundo.

En la isla no hay vehículos a motor, así que es fácil encontrarse con carros tirados por burros cargados con las más diversas mercancías. Pero el animal rey de la isla es el cerdo, lo verás deambulando por cualquier calle o buscando comida en la playa.

En cada barrio puedes ver «La casa de la Palabra» puntos de encuentro al aire libre donde los hombres se reúnen para tratar temas de la comunidad o simplemente jugar a las cartas.

En un país donde el 90% de la población es musulmana en Fadiouth se invierte el porcentaje, aquí la mayoría son cristianos. La isla se estructura en seis barrios llenos de callejuelas estrechas y donde conviven de forma pacífica y armoniosa familias cristianas y musulmanas. La torre de la iglesia de San Francisco Javier destaca por encima de las demás construcciones, casitas bajas y humildes y sirve de faro a los pescadores. Me llamó la atención el altar; fíjate en el sagrario con forma de baobab, ¡estoy en  África! pensé.

Y muy cerca  la mezquita, que tras sufrir  un incendio  fue la comunidad cristiana quien ayudó a restaurarla. Pero si algo simboliza ese respeto y tolerancia  entre las dos religiones es el cementerio mixto que comparten.  Tras atravesar un  puente de madera y  subir una pequeña colina me encontré con  tumbas cubiertas de conchas, cruces cristianas y medias lunas musulmanas, todo salpicado de baobabs. ¡Es realmente  encantador y mágico!

 

Las vistas desde allí son increíbles; se pueden ver los graneros de mijo construidos encima de los manglares. En una ocasión,  un incendio acabo con toda la cosecha de Fadiouth así que para evitar que esto vuelva a suceder, la población decidió esta nueva ubicación.

Volví a las calles de Fadiouth. Era agradable pasear por allí. La gente era tranquila, los vendedores de artesanía no me atosigaban, sentía paz. No hice demasiadas fotos, a los serer no les gusta y yo quería respetarlos. Estaba en su casa.

Pasé  por la plaza del Baobab Sagrado; dicen que hay que tocarlo y pedir un deseo, así que ya sabes, no te vayas a olvidar.

Era hora de volver a Joal; el puente estaba lleno de gente  que regresaba a casa, los niños volvían del colegio. Todo era color en las ropas de las mujeres, todo era alegría en esos niños… todo era muy pintoresco en la isla de las conchas.

Ya en el otro lado, me fui  a   La Taverne du Pêcheur, la ubicación era perfecta. Con una cerveza en la mano, seguí mirando el puente, observé como  unos pescadores recogían sus redes y entregaban el pescado a las mujeres que les esperaban  en la orilla mientras contemplaba un maravilloso atardecer.

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